Autor: Tony Michoacán
Hace 15 días, los mexicanos nos despertamos con la noticia del aplastante triunfo de Morena sobre la alianza “Fuerza y Corazón por México”, conformada por el PAN, PRI y PRD.
Este resultado, aunque impactante para muchos, era predecible para quienes observamos de cerca la dinámica política de los últimos años. Ahora, con la cabeza fría, es el momento de analizar los factores que llevaron a esta catástrofe electoral para la oposición.
Vayamos desde el inicio… El presidente López Obrador inició el proceso electoral “Destapando a sus Corcholatas”, por allá de julio de 2021, casi tres años antes de las elecciones.
Para muchos de nosotros no era necesario ser un experto en política para entender por qué AMLO hizo esto: tiempo suficiente para preparar a sus “corcholatas” y posicionarlas en el espacio mediático. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto recorrieron el país, siendo recibidos con todos los recursos disponibles en cada estado morenista, en una clara ventaja sobre cualquier rival.
Mientras tanto, la respuesta de los líderes opositores, Alejandro Moreno (Alito), Marko Cortés y Jesús Zambrano, fue negligente. Cerraron los ojos y se dedicaron a las elecciones intermedias de Coahuila y Estado de México, decian confiados en que habría tiempo para contrarrestar la estrategia de AMLO, dejaron que las “corcholatas” avanzaran sin oposición significativa. La alianza se mostró desorganizada, sin una estructura clara ni un plan de acción coherente.
Ya con el tiempo encima, la selección de Xóchitl Gálvez como candidata fue improvisada, basada en un momento mediático que Xóchitl mantenía contra López Obrador, pues se valoró en ese entonces que el Presidente no le abriera las puertas de Palacio Nacional a la entonces Senadora Gálvez, pero fuera de eso, no había una estrategia sólida. La oposición no desarrolló una campaña efectiva ni coordinada. Los dirigentes nacionales del PRI, PAN y PRD nunca establecieron un frente unido ni una estructura en los estados para apoyar a Gálvez.
Por ejemplo, el coordinador estatal en Michoacán, de nombre Edgar Alonso Blasio García, pasó de noche, porque NADIE lo conoció ni por error. Nunca dio una miserable conferencia de prensa a los medios de comunicación, ni siquiera para presentarse. nunca, ningun dirigente lo acompañó, total que era un desconocido abolsuto. En resumen, no coordinaba nada.
En contraste, Claudia Sheinbaum, respaldada por AMLO, y todos los gobernadores, avanzaba su campaña con todos los recursos a su disposición, dominando el espacio electoral, politico, mediatico y de medios. La entrega simbólica (aunque burda) del “bastón de mando” por parte de López Obrador subrayó el apoyo incondicional y el poder del presidente dentro de Morena.
Y aquí hay que decirlo… La verdadera traición, ya estaba dentro de la propia alianza.
Los líderes opositores no solo fallaron en enfrentar a AMLO, sino que también socavaron activamente sus propios esfuerzos. La falta de coordinación y la desorganización fueron evidentes a nivel nacional, estatal y hasta municipal. La gran mayoria de los candidatos opositores “olvidaron” integrar a Xóchitl Gálvez en su propaganda, y en estados como Michoacán, los dirigentes lanzaron abieramente candidatos débiles sin recursos, dividiendo el voto opositor, lo que facilitó la victoria de Morena, argumentando “falta de acuerdos”.
Los dirigentes de la alianza se olvidaron de que el objetivo fundamental de un partido político es ganar elecciones y el objetivo principal de la alianza era ¡Ganarle a Morena! Pero sus acciones, o la falta de ellas, reflejaron una mezquindad y un desinterés que resultaron en una traición a la propia causa opositora. Muchos de estos líderes ahora ocupan cargos como diputados o senadores plurinominales, recompensados no por sus méritos, sino por su traición.
Del PRD diría que ya ha pagado el precio de esta mezquindad, desapareciendo del mapa político nacional con la propia pérdida de su registro. Pero el PRI, si no aprende la lección, seguirá el mismo camino, enfrentándose a una mayor desbandada de militantes, que ya no ven en el PRI una representación de sus intereses.
Y el PAN, siendo el único partido de derecha, puede tener una oportunidad de cambio, pero debe actuar rápidamente para evitar el mismo destino.
Mientras los dirigentes de la oposición siguen traicionando a sus propios partidos, Morena ya está preparando el terreno para las próximas elecciones. La derrota de la alianza no fue solo una cuestión de estrategia fallida o de un candidato improvisado, sino de una traición interna que dejó a la oposición sin rumbo y sin esperanza.
La lección es clara: sin unidad, estrategia y verdadera disposición para enfrentar al adversario, cualquier esfuerzo político está condenado al fracaso. La oposición debe reorganizarse, purgarse de los dirigentes traidores y enfocarse en construir una alternativa sólida y coherente si quiere tener alguna posibilidad en el futuro en Michoacán en 2027.
La política no es un club de amigos ni una sociedad de intereses personales, es una lucha por el poder que requiere compromiso y visión. Si la oposición no entiende esto, su destino será el olvido.