Por: Ar Mendoza
El pluripartidismo sigue siendo el pretexto perfecto para decirle a los ciudadanos que en México existe una democracia con diversidad de ideas, objetivos y con apertura para la participación y el fomento político de la sociedad. Sin embargo, los procesos electorales nos han demostrado que los partidos políticos ya no intentan promover un plan de gobierno con base en una ideología, sino refugiar a aquellos que por “x” o “y” razón no obtuvieron un beneficio en otra organización.
Pareciera que la democracia también es cuestión de moda; en 2015 el auge eran los candidatos independientes, en 2018 Morena se llevaba los reflectores, y en el 2022, los institutos políticos intentan ser únicamente estatales, es decir sin una figura a nivel nacional que imponga y disponga.
No obstante, para que un partido político sobresalga y atraiga la atención del electorado, debe ser producto de una coyuntura social con un reclamo justificado. Los movimientos de izquierda fueron aglutinándose electoralmente en torno a los mecanismos antidemocráticos del PRI y las revueltas sociales de años de autoritarismo.
Morena, por su parte, fue producto de la necesidad de abandonar la corrupción que se adueñó del PRD y los intereses de las cúpulas, dando paso a un movimiento que según datos del diario El Mundo, es el partido político más poderoso de Latinoamérica, teniendo como máxima figura representativa al Presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, las 17 asociaciones civiles que pretenden constituirse como partidos políticos estatales en Michoacán, no ofertan nada innovador y tampoco provienen de un movimiento social que exija mejores mecanismos democráticos, o métodos sobresalientes de participación ciudadana.
Es aquí donde podemos desmontar el éxito de los partidos políticos emergentes, ya que si concebimos un eje bidimensional izquierda-derecha basándonos en la concepción de las acciones, podemos dejar en claro que hoy en día ningún instituto político asume los extremos, puesto que el discurso permeante es el centro ideológico para intentar quedar
bien con todos los sectores de la población… lo que conlleva a un proyecto sin identidad, ni orientación.
En Michoacán hemos observado que algunos partidos políticos funcionan más como franquicias que responden a los intereses de un solo individuo que a procesos verdaderamente democráticos. Si no me creen échenle un ojo al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) de Ernesto Núñez, quien además de ser amo y señor de dicho instituto, también es la tercera vez consecutiva que es diputado local.
De igual manera en Movimiento Ciudadano (MC), un partido político que se ha posicionado de manera positiva a nivel nacional, pero que en Michoacán nomás no pinta, puesto que perfiles como el ex diputado local Daniel Moncada y la ex candidata a la gubernatura por Michoacán, Mercedes Calderón, han enfrentado procesos poco democráticos por parte del dueño de la franquicia, Manuel Antúnez Oviedo.
En el Partido Encuentro Solidario (PES), único instituto político estatal, los asuntos quedan en familia, puesto que Eder López asumió la presidencia del Comité Estatal desde antes del proceso electoral pasado y su mamá, Luz María García, casualmente se ubicó en la primera posición plurinominal dentro del Congreso del Estado.
Lo anterior parece salido de una serie tipo “Peaky Blinders”, sólo que, en lugar de controlar las apuestas y el contrabando, los partidos emergentes, sus familias y los dueños de las franquicias, controlan los “procesos internos” y la mafia de la “democracia” al interior de sus institutos políticos.
Seguramente algunas organizaciones civiles que pretenden convertirse en partidos políticos tengan buenas intencione…