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    LEALTAD CIEGA EN EL PRI… ¡SE ACABO!

    Dice un dicho muy mexicano que “Tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe”.

    Parece que esto es lo que le pasó al PRI en México, y no, no estamos hablando de una simple derrota electoral, estamos hablando de los cimientos del mismo partido. Porque veamos….

    Sin duda el tema de moda es la desbandada de los gobernadores del PRI a la 4T, en cargos de Cónsules o Embajadores; situación que ha traído como consecuencia, el señalamiento del aún dirigente nacional Alejandro Moreno, alegando “traición” y hasta llegar a amenazar con “expulsión” a los ex gobernadores.

    Sin embargo como en todo política… Siempre hay un origen.

    Y el origen se debe remontar a lo hecho previo al sexenio de Enrique Peña Nieto; de aquel grupo de políticos priistas de Atlacomulco que crearon una figura y un proyecto ganador.

    En ese tiempo NO era el dirigente nacional quien ponía al candidato; el candidato prácticamente ¡ponía al dirigente nacional!

    Pero además, Peña precedía de un proyecto políticamente bien amarrador con todos los grupos priistas del país.

    El candidato Peña Nieto era un candidato ganador, porque su fuerza eran los acuerdos y en los consensos. Y Peña… ¡ganó caminando!

    El resultado de su gobierno corrupto, es un tema aparte que merece una o dos o tres columnas… por ahora el tema político y de partido es el que nos atañe.

    Hay que decirlo; el PRI después de Peña Nieto y el Triunfo de AMLO, había quedado muy mal herido; pero como cuando Vicente Fox ganó la presidencia, también estaba en la misma situación… El PRI ¡se recuperó!

    En ese entonces, entraron al rescate del PRI figuras como Beatriz Paredes, César Camacho y hasta el mismo Manlio Fábio Beltrones, políticos de muy alta y reconocida trayectoria, especialistas en hacer política.

    Y finalmente el PRI volvió a ganar gubernaturas y ganó municipios y ganó la presidencia de México.

    Hoy, hoy todo es distinto…

    Ante la debacle del gobierno de Peña Nieto; arribaron a la dirigencia del PRI; figuras detestables como Enrique Ochoa Reza y últimamente Alejandro Moreno Cárdenas , quienes pareciera que traían la consigna de sepultar al priismo nacional.

    En 2018; con la candidatura de Meade; el entonces dirigente Ochoa Reza, se despachó con la cuchara grande; ejerciendo la atracción de los procesos de elección de candidatos a una oficina en un edificio de insurgentes (CEN), en la Ciudad de México; dejando con un palmo de narices a los miles de priistas ansiosos por competir con candidatos fuertes y representativos.

    Se sabia que Ochoa Reza al otorgar las candidaturas en su oficina del CEN, repetía esta frase… “Tú eres mi candidato”; entregando la constancia de aprobación de un “examen” que nadie pasaba… solo los “elegidos” y así, concluir su trámite para ser candidato.

    El resultado… ¡Se perdió la presidencia y la mayoría de las candidaturas!

    Después, con la llegada de Alito Moreno; la situación parecía revivir para el PRI; después del trago amargo de 2018, llegaba un tipo más o menos competitivo, altanero pero además por elección de los priistas.

    ¿Qué les dijo Alito en campaña?

    Prometió “acuerdos y consenso con la militancia priista”; aseguraba que “la política es la suma de acuerdos y consensos”

    ¡Y le creyeron!

    Hoy la historia es muy diferente; pues al llegar a la dirigencia nacional; Alito ¡traicionó a todos!

    Se hizo un traje a la medida; en una Asamblea Nacional cambió los estatutos del partido para asumir toda la autoridad para la designación de candidaturas; todo el poder de decidir quien si y quien no podría participar en las elecciones; sin importar la opinión de la militancia.

    Con esa autoridad, llegó a los estados, a los municipios, sin importarle nada, más que los acuerdos hecho previamente en sus oficinas, sin importarle nada designó candidatos a diestra y siniestra.

    Sin importarle los liderazgos locales, los proyectos construidos durante años; es más, no le importó ni la opinión de los gobernadores de su partido y menos de su militancia.

    Un claro ejemplo de ello, fue Michoacán y los acuerdos de oficina con el Gobernador Silvano Aureoles.

    A Alito Moreno no le importó vender como reses a los miles de priistas de Michoacán; sobajando a los candidatos mejor posicionados, humillando la ilusión de miles de militantes y simpatizantes que creían que por fin, podrían ganarían la gubernatura.

    ¿Qué hizo Alito?

    Les impuso a un candidato de otro partido, un candidato sin ningún posicionamiento, sin capital político, sin identidad priiista, pero en el colmo de los colmos, un candidato acusado de corrupción por los mismos priistas unos años antes …

    El resultado todos los sabemos.

    ¡El PRI de Alejandro Moreno y sus candidatos, perdieron las ocho gubernaturas que tenia el partido!

    Ese PRI de Alejandro Moreno, NO ganaron ninguna de las 15 gubernaturas que estaban en disputa.

    Pero además, de manera cínica y desleal, el mismo dirigente se auto asignó la primer posición como candidato federal plurinominal de la cuarta circunscripción y las demás candidaturas plurinominales, las repartió a su séquito cercano del CEN.

    Dejando con un palmo de narices a los liderazgos de las circunscripciones y referentes priistas como el fallecido René Juárez.

    Hoy Alejandro Moreno y un pequeño grupo de sus incondicionales hacen creer que los gobernadores traicionaron al PRI.

    También acusan de traidores a liderazgos y miles de militantes que, en un acto de rebeldía total, apoyaron a otros candidatos, negándose a ser vendidos como reses al mejor postor por parte de su dirigente nacional.

    Hoy debe quedar claro una cosa para Alito Moreno…

    O le regresa el partido a los militantes…. ¡O no hay partido!

    La lealtad ciega en el PRI… ¡Se acabó!

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