El PRI de ALITO es un partido con política de cuates, de soberbia e impositivo, donde la amistad y la cercanía con la dirigencia prevalecieron sobre el mérito, el compromiso social y el trabajo constante con la ciudadanía.
Esta tarde la Ex Secretaria Nacional del Instituto Reyes Heroles del PRI y Diputada de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, renunció a sus 16 años de militancia priista.
A través de Redes hizo pública su renuncia a través de un documento en el cuál expresa las múltiples razones que la llevaron a renunciar a ese partido.
A continuación el Texto integro:
“En un acto de congruencia y después de 16 años de militancia, lealtad y trabajo partidista, he decidido renunciar al PRI Oficial México convencida de que el servicio público requiere de mujeres y hombres que sí estén al servicio de las y los mexicanos.
A todas las personas con las que tuve el privilegio de coincidir a lo largo de este camino, no me queda más que agradecerles su cariño y sus enseñanzas sobre el compromiso con la democracia y la justicia social. ¡Sigamos construyendo el país que todas y todos anhelamos!
Desde mis días como estudiante cuando descubrí mi vocación por el servicio público supe que el PRI era el instituto político sin el cual no podía entenderse el pasado y presente de nuestro país. A lo largo de su historia, el PRI fue el partido que abanderó las distintas y muy variadas causas sociales que nos permitieron vivir en un país próspero, justo e incluyente. Sus grandes logros me inspiraron a unirme a sus filas para poder contribuir a la construcción de una gran Nación.
Crecí personal y profesionalmente sirviendo a este instituto político, como parte del último gobierno federal priista, abanderando sus causas como Diputada Constituyente en la Ciudad de México, como concejal en Benito Juárez y como integrante del Comité Ejecutivo Nacional a lo largo de 6 dirigencias, contribuyendo a la formación y capacitación de cuadros y militantes íntegros dispuestos a defender la ideología y los valores partidistas.
A unas cuantas semanas del último proceso electoral, nadie puede negar que las decisiones de esta dirigencia encabezada por usted han puesto en riesgo la esencia, los orígenes y el futuro del partido en gran parte de nuestro país.
Su pragmatismo y urgencia de triunfo llevaron al partido a ceder ante uno de sus rivales históricos no solo una gran cantidad de espacios de representación, sino también la invaluable oportunidad de reposicionarse como una alternativa para la ciudadanía. Con una alianza bastante cuestionable se sacrificó la esencia y la ideología partidista para hacer frente a un gobierno opositor, olvidando por completo que la primera gran batalla que había que librar era al interior del propio partido, donde se dejó de hacer política para dar paso a la imposición.
La falta de disposición de esta dirigencia para escuchar y atender las legítimas exigencias de una militancia agraviada por su arrogancia, tal y como lo advirtió Luis Donaldo Colosio en su histórico discurso de 1994, hoy es más evidente.
Hoy puedo atestiguar cómo desde esta dirigencia se buscó concentrar la toma de decisiones, acallar opiniones y relegar a todo aquel que se atreviera a disentir sobre la forma de conducir el partido. Pese a la confianza que en su momento me fue brindada para desempeñarme como Secretaria del Comité Ejecutivo Nacional y Delegada del partido en Coahuila, alzar la voz para romper inercias ante la injusticia y las malas decisiones al interior del partido fue motivo de veto para ser candidata en esta elección.
Cuando el partido más requería un liderazgo con altura de miras y una visión progresista, se optó por una política de cuates, soberbia e impositiva, donde la amistad y la cercanía con la dirigencia prevalecieron sobre el mérito, el compromiso social y el trabajo constante con la ciudadanía.
Mucho se pregonó desde su dirigencia sobre la importancia y la fuerza de la militancia, pero en esta ocasión Imperó la subordinación incondicional frente a la institucionalidad y la convicción por defender los valores e ideales partidistas, olvidando por completo que el primer compromiso de cualquier dirigente es con las causas de sus militantes y no con sus propios intereses.
No se logró comprender que la lealtad debe ser recíproca entre las bases y sus dirigentes y que antes de salir a buscar el voto de la ciudadanía, el PRI se tenía que reconciliar con una militancia doblegada por su propia dirigencia, cuyo único legado después de la última elección será la generación perdida de Alejandro Moreno Cárdenas.
Fue precisamente la intolerancia a la crítica, la falta de respaldo y el desdén a la militancia, cuya convicción y compromiso se vieron traicionados y no correspondidos, lo que hoy ha llevado al partido al peor momento del que se tiene registro en toda su historia.
Hoy, en un acto de congruencia ante tales circunstancias y después de un largo y doloroso periodo de reflexión, he tomado una de las decisiones más importantes de mi vida. Después de 16 años de militancia, lealtad y trabajo partidista, he decidido renunciar al PRI, porque no puedo permanecer indolente frente a un partido que ha dejado de estar al servicio de las y los mexicanos.
Cierro esta etapa de mi vida plenamente convencida de que el servicio público requiere de mujeres y hombres talentosos, comprometidos y dispuestos a trabajar en favor de las mejores causas de nuestra sociedad, desde cualquier responsabilidad que le sea encomendada, desde cualquier trinchera.
A todas las personas con las que tuve el privilegio de coincidir a lo largo de este camino, no me queda más que agradecerles su amistad, su cariño, su confianza y sus enseñanzas sobre lo irrenunciable: el compromiso inquebrantable con la democracia y la justicia social.
Estoy segura que nos volveremos a encontrar para seguir construyendo el país que todas y todos anhelamos.
“Por México, siempre por México.”
María Fernanda Bayardo Salim
