En el PRI, los changos nuevos aprendieron maromas viejas.
Joaquín López Doriga escribe… “Trabajando para la 4T”
No cabe duda que en el PRI no se enteraron del tsunami que los arrasó en 2018 y hoy, Alejandro Moreno y los suyos siguen actuando como si esto fuera 1990 o 2003, con Roberto Madrazo.
No entendieron qué les pasó por encima y lo confirman con sus discursos, designaciones, vetos y spots en los que hablan a nombre de todo México, como en los noventa.
Tras perder por primera vez la presidencia de la República en 2000, Madrazo se apoderó de lo que entonces había quedado del partido y tomó la dirigencia nacional llevando como segunda a Elba Esther Gordillo.
Ese fue un primer paso para asaltar la candidatura presidencial, camino en el que se deshizo de la maestra y de Beatriz Paredes, entre otros que aún quedaban, y lo logró: en 2006, se puso en las boletas con Andrés Manuel López Obrador, de la alianza que encabezaba el PRD, y Felipe Calderón, del PAN, que finalmente les ganó. A López Obrador por .51 por ciento del total, 236 mil 6 votos, lo que a la fecha no ha reconocido y sigue denunciando el fraude. Entonces, solo 35.88 por ciento de los votantes lo hizo por él, en 2018 fue 53 por ciento. Pero iba al caso Madrazo, que por primera vez mandó al PRI a una distante tercera fuerza.
Ahora, 15 años después, Alejandro Moreno quiere seguir ese fracasado camino de hacerse, como ya se hizo, primero del PRI y luego de su candidatura presidencial.
Solo pregunto una cosa: ¿Para qué, si no puede ganar? No entiendo el tiempo, el esfuerzo y el dinero, sobre todo mucho dinero, para perder.
Así, el PRI con Alito será el mejor aliado de Morena en las presidenciales de 2024.
Columna de @lopezdoriga / lopezdoriga.com / milenio